Tus palabras cruzan el mar,
y me animan, y me elevan.
Pensar en tus bellos gestos y sonrisas
me agitan en mi interior, me desvelan.
Después de mucho tiempo en silencio,
tu voz suave comenzó a susurrar
sonidos tan agradecidos y hermosos
que yo, pobre idiota, no se ni explicar.
Quédate cerca, hermosa musa sonriente,
para seguir dándome ese calor,
para notar tu fuego ardiente.
Dame cada abrazo que ambos necesitemos
y tranquila, pequeña flor de sombra,
que algún día nos veremos...
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