Ahora miro atrás y veo el fracaso. Nada útil queda, salvo la experiencia en cheque en blanco. Es triste y descorazonador ver la decadencia que sufríamos, incluso mientras subíamos peldaño a peldaño la escalera de la vida. Nada más queda salvo la poca esperanza que sacar de donde se pueda y encomendarse al perdón propio y al de aquellos a los que se les hizo daño de un modo u otro.
Eterna Roma en su legado y mi corazón
domingo, 17 de mayo de 2009
Mirar hacia atrás
Saber quién eres, que fuiste y analizar. No ser sino la sombra del pasado, un vago recuerdo para aquellos que aun se aferran a los errores. Unos errores del pasado que te marcan de por vida y que muchos los llevan por ley y se niegan a abandonar. Éramos jóvenes e idealistas. En teoría eramos grandes guerreros pero en la práctica sólo unos pocos alcanzaban ese título. Un título que por supuesto todos nos adjudicabamos a nosotros mismos. Éran tiempos de locura y desenfreno: peleas, insultos, consignas, rebeldía y muchísima juerga. Éramos niños jugando a ser soldados, ignorantes creyendo ser sabios. No éramos nada y creíamos ser algo.
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No hay nada más sublime que el perdón
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