Después de escribir esto, me he tumbado para intentar conciliar el sueño. No he podído ni tan siquiera dejar descansar los párpados más de diez segundos. Tal es el agotamiento que, ni tumbado y relajado, puedo reposar. Quizá sea aún la irritación producida por los empleados de "aquel" sitio, porque no paro de pensar en lo interesadas que pueden llegar a ser las personas. Para resumir a los que leéis, dejaré esta frase: "Si no eres nadie, no eres nada". Esta parece ser la filosofía de estos curiosos "señoritos" de mono azul y uñas sucias.
Me he vuelto a tumbar. Sigo sin éxito alguno en mis vanos intentos de conciliar unos miserables minutos de sueño. Estoy empezando a pensar que quizá fuese mejor trasnochar el resto de esta fría madrugada que vislumbra ya en el horizonte el invierno. El termómetro me cuenta que son 3ºC de temperatura los que hay a tan solo veinte centímetros de mi rostro, al otro lado del cristal. Ahora que parece que he distraido mi mente del enojo, ella ocupa de nuevo todo mi pensamiento. El calefactor está apagado y yo llevo una simple camiseta de manga corta. Aún así, mis pensamientos me dan calor y me producen una muy grata sonrisa de idiota.
He vuelto una vez más. Parece que, poco a poco, estoy recobrando las mínimas fuerzas que necesito para que mi cuerpo pueda olvidarse del dolor. Esos últimos pensamientos son sanadores. Han sido como beber agua de vida de una copa bendecida por los ángeles guardianes. Creo, queridos amigos, que no existe mayor remedio a los males. Creo, querida Dama del Agua, mi dulce princesa, que tu cariño protector hace que pueda recomponerme más rápidamente.
No se si podré dormir, pero se que descansaré. La noche se alargará. No se si hasta que mis ojos se cierren en unos minutos o hasta que raye el Sol. Sólo se que tú, dulce y bondadosa musa de mi inspiración, harás que olvide pena y agonía.
Nos vemos...
Me he vuelto a tumbar. Sigo sin éxito alguno en mis vanos intentos de conciliar unos miserables minutos de sueño. Estoy empezando a pensar que quizá fuese mejor trasnochar el resto de esta fría madrugada que vislumbra ya en el horizonte el invierno. El termómetro me cuenta que son 3ºC de temperatura los que hay a tan solo veinte centímetros de mi rostro, al otro lado del cristal. Ahora que parece que he distraido mi mente del enojo, ella ocupa de nuevo todo mi pensamiento. El calefactor está apagado y yo llevo una simple camiseta de manga corta. Aún así, mis pensamientos me dan calor y me producen una muy grata sonrisa de idiota.
He vuelto una vez más. Parece que, poco a poco, estoy recobrando las mínimas fuerzas que necesito para que mi cuerpo pueda olvidarse del dolor. Esos últimos pensamientos son sanadores. Han sido como beber agua de vida de una copa bendecida por los ángeles guardianes. Creo, queridos amigos, que no existe mayor remedio a los males. Creo, querida Dama del Agua, mi dulce princesa, que tu cariño protector hace que pueda recomponerme más rápidamente.
No se si podré dormir, pero se que descansaré. La noche se alargará. No se si hasta que mis ojos se cierren en unos minutos o hasta que raye el Sol. Sólo se que tú, dulce y bondadosa musa de mi inspiración, harás que olvide pena y agonía.
Nos vemos...
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