Hoy abrí los ojos
a las tres de la mañana:
un zumbido en la mesilla,
el teléfono sonaba.
Era tu mensaje
y me puse a leer.
Tras algunas palabras,
exclamé: "¡Joder!"
Mi paciencia se agota,
todo tiene un final;
todo han sido indirectas,
todo amabilidad.
Quiero que quede claro
un detalle concreto:
yo no soy tú héroe,
soy el villano del cuento.
Creí que desistirías
si te alejaba con tacto,
pero como estás ciega,
aquí corto en el acto.
Permanece atenta,
escucha lo que digo:
tu carácter infantil
es mi peor castigo.
Si persigues mi cariño,
vas en dirección opuesta.
No me van las tías fáciles
y tú eres una de esas.
Me cansas, me deprimes
me inspiras rechazo;
tus "te quiero" gratuítos
me dan verdadero asco.
¿Te bastaron minutos
para decir "te quiero"?
¿Crees que vendería
mi alma por tu cuerpo?
¿No te das cuenta
que no sientes amor,
que soy tu capricho?
Responde con valor.
Aprende a notar
qué es un sentimiento
y no me atosigues con
tu falso enamoramiento.
Entérate, pequeña,
el físico es pasajero,
el amor va más allá;
que me olvides yo quiero.
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