Eterna Roma en su legado y mi corazón

lunes, 13 de mayo de 2013

Sombra

Comienza el cansancio... Días y días de reflexión, dudas y un caótico escenario de devaneo mental.
Un murmullo viene de allá, bien lejos, muy ahogado por muros y cristal. Humo alrededor, que danza caprichoso en tonos grisáceos y de un tímido azul mortecino. Olor a jazmín desde un pequeño incensario de madera, adornado con doradas estrellas y ennegrecido por los más mínimos recovecos. Una pequeña lámpara ilumina la estancia desde un rincón a mi espalda, proyectando mi sombra al frente...

¡Qué inquietante y acertado símbolo! ¿No es a nuestra propia sombra a quién nos enfrentamos en la "hora de las brujas"? ¿No es a esa bestia o demonio interior a quién hacemos frente? Esa silueta, casi burlona, que a veces parece contar tantas historias o emitir susurros decadentes... ¿Qué puede ofrecer una sombra si no es un sentimiento sombrío?
No puede evitar su naturaleza intangible. Incita al dolor, a rendirse, a no levantar la mirada y clavar las rodillas en la fría y dura roca. Te empuja a no salir de sus ataduras de odio y autodestrucción. Te engaña. Te muestra la puerta más grande y el camino más bello, pero jamás te dice que, tras esa puerta y ese camino, se encuentra la esclavitud de tu propia alma. Canto de sirena dentro del corazón humano. El mismo corazón de niño que ha perdido su inocencia a cambio de un puñal de hoja envenenada, con el que abre sus propias carnes lentamente y con saña.
Sombra podrida y caótica...

1 comentario:

  1. Tus palabras me han recordado a una de esas tardes alrededor de un café, a cómo una simple palabra puede llevarnos a horas de divagaciones, opiniones y un sinfín de reflexiones.
    La sombra es algo oscuro, sí. Pero al mismo tiempo contiene al más grande y poderoso centro de luz: la conciencia de que eres. ¿No te parece? Así que, ¿cómo esa sombra puede invitar a rendirse? A mi parecer todo es cuestión de perspectiva, y siempre diré que porque algo sea oscuro y misterioso, no tiene por qué ser malo.

    Tras leer el último párrafo no puedo evitar pensar en Sarte y en su: "el hombre está condenado a ser libre".

    Me alegra poder leerte de nuevo y recordar todo lo que podía dar de sí un simple y también oscuro café. ;)
    Un abrazo.

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