Eterna Roma en su legado y mi corazón

viernes, 19 de febrero de 2010

Job 3, 1-19

Entonces Job abrió la boca y maldijo su día diciendo:
¡Muera el día que nací,
la noche que dijo: Han concebido un varón!
Que ese día se vuelva tinieblas,
que Dios desde lo alto se desentienda de él,
que sobre él no brille la luz,
que lo reclamen las tinieblas y las sombras,
que la niebla se pose sobre él,
que un eclipse lo aterrorice;
que se apodere de esa noche la oscuridad,
que no se sume a los días del año,
que no entre en la cuenta de los meses,
que esa noche quede estéril
y cerrada a los gritos de júbilo,
que lo maldigan los que maldicen el día,
los que entienden de incitar al Leviatán;
que se velen las estrellas de su aurora,
que espere la luz y no llegue,
que no vea el parpadear del alba;
porque no me cerró las puertas del vientre
y no escondió a mi vista tanta miseria.

¿Por qué al salir del vientre no morí
o perecí al salir de las entrañas?
¿Por qué me recibió un regazo
y unos pechos me dieron de mamar?
Ahora reposaría tranquilo
y dormiría en paz,
como los reyes y consejeros de la tierra
que reconstruyen ciudades derruidas;
o como los nobles que poseyeron oro
y llenaron de plata sus palacios.
Ahora sería un aborto enterrado,
una criatura que no llegó a ver la luz.
Allí acaba el tumulto de los malvados,
allí reposan los que están rendidos,
con ellos descansan los prisioneros
sin oír la voz del capataz;
se confunden los pequeños y grandes
y el esclavo se emancipa de su amo.

2 comentarios:

  1. me gusta... aunq ultimamente estas un poco tétrico o quiza me lo parezca a mi...
    nos vemos

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  2. Jeje es que siempre me han llamado la atención los sentimientos dolorosos más que la alegría y el júbilo, soy un raro xDDDDD

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