Eterna Roma en su legado y mi corazón

sábado, 11 de abril de 2009

Me tienes hasta las narices


Ya me tienes harto, anciano. Tu mujer te soporta, tus hijos te tienen que tragar, has extendido tu mano de dominación sobre toda tu familia todo lo que has podido. Pero conmigo te has equivocado.
A mi no me domina nadie, a mi no me insulta nadie, a mi no me deja por los suelos ni mi padre. Que te quede muy claro, anciano.
Si me llamas pidiéndome algo, tranquilo que acudiré siempre que me sea posible. No te quepa la menor duda. Eso sí, al menos ten la delicadeza de agradecer las cosas y no tratar a la gente a patadas. ¿Sabes lo que opino? Que eres un maldito amargado y te da envidia de que los demás estemos bien. No tienes vergüenza ni mereces el esfuerzo de nadie.
Me das pena, anciano. ¿Cómo eres capaz de tener estómago para poder soltar toda esa mierda que tiras por la boca? ¿Cómo es posible? ¿Quieres que tu nieto mayor te trabaje? Pues apláudele cuando lo haga y dale consejos, no patadas. Que ya bastante tengo con que jamás me hayas ayudado en nada, siempre te has reído de mí y de mi madre, has maltratado a mi padre, tu hijo, que tanto ha hecho por tí.
Eres escoria barata, das pena.

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