Eterna Roma en su legado y mi corazón

domingo, 3 de enero de 2010

Para el nuevo año, el objetivo

Las 13:06. El sonido de la televisión pública a mi espalda y el de la caja registradora a la izquierda algo alejado. El barman ordena las mesas, un hombre bebe de un botellín de agua sentado a la barra. En la esquina contraria de la misma barra, dos señoras charlan mientras fuman un pitillo y tres chicas juegan a las cartas en la mesa de enfrente. Los adornos de navidad dan un toque extraño a este local, como si incluso en esta época del año desentonaran con peculiar descaro. Apago el pitillo, ya consumido hasta el filtro y me detengo unos segundos mirando por la ventana para contemplar el instituto. Han pasado ya algunos años y, aunque sigue siendo el mismo, parece tan distinto que abruma. Como si fuese un viejo conocido al que te reencuentras tras mucho tiempo sin verlo. Aún recuerdo aquellos días de salir enfadado de casa por tener que venir aquí a, según creía yo, perder el tiempo; y luego salir más enfadado por la mala educación de muchos compañeros. Claro que por entonces todos éramos unos niños prepotentes e ignorantes que comenzaban a vivir. Un par de chicas más se unen a la partida mientras otros dos hombres y una mujer piden en la barra. Vuelvo a echar un vistazo al interior del local y, fugazmente, al instituto. Es curioso como sólo los malos recuerdos vienen a la memoria, como dardos afilados que marcan un triple 20 en la diana. El zumbido de la televisión ya me resulta molesto. Dos personas debaten una polémica ley con una voz poco seria. Como si dos amigos hablaran "en jódar" sobre la anécdota más estúpida que un ser humano haya podido protagonizar. Si al menos tuviesen un poquito de gracia, pues me echaría unas risas, pero es que ni eso. ¿Improvisan de forma cutre o el guionista ha sido sacado del cine porno? En fin, he vuelto a echar un vistazo. Son las 13:31 en este momento. Falta una hora para que salgan de clase "estos" chicos.La lata de Coca Cola ya está vacía, así que iré a pedir otra. ¡Qué sed tengo! ¿Y si me pasase otra mañana y visitase a algún antiguo profesor? ¿Se alegrará de saber que en Septiembre volverá a ver mi rostro por los pasillos? Supongo que sí. Al menos yo parezco entusiasmado de cara al exterior, pero es que no se expresarlo con más énfasis. He recordado en este instante las palabras de mis padres: "Tú vales para estudiar, aún estás a tiempo". Espero que tengan razón. Quizá aún pueda cumplir "aquel" sueño que os contaba en una entrada anterior en la que os hablaba de mí. Si todo marcha bien y la salud no me abandona, con una pizca de fe y una cucharadita de voluntad, conseguiré mi objetivo. Ese sueño de, no sólo enseñar historia, sino también enseñar a sentir entusiasmo por ella y no como esa asignatura que es encerrarse en casa tres horas frente al libro de texto. En fín, creo que voy a fumarme otro pitillo a ritmo lento mientras guardo este texto.
Un abrazo para todos
PD: ¿Alguien me invita a un cafetito? ;-)

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